Cumbre de París sobre Inteligencia Artificial: Inversión, tensiones y retos globales
- THE Noticias
- 12 feb
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Actualizado: 18 mar

La Cumbre sobre Inteligencia Artificial (IA), celebrada en París el 10 y 11 de febrero de 2025, reunió a representantes de gobiernos, organismos internacionales, expertos en tecnología y miembros de la sociedad civil de más de 100 países. Esta cumbre, con un enfoque en la cooperación global y la regulación ética de la IA, se presentó como un evento clave para debatir el futuro de esta tecnología, que cada vez tiene un mayor impacto en la economía y la sociedad mundial.
Uno de los anuncios más destacados fue la importante inversión anunciada por la Unión Europea (UE) en el campo de la inteligencia artificial. La UE comprometió un total de 200.000 millones de euros para impulsar el desarrollo de la IA, con una combinación de fondos públicos y privados. De estos, 50.000 millones provendrán de recursos públicos, mientras que el sector privado aportará los 150.000 millones restantes. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, subrayó que este esfuerzo tenía como objetivo garantizar que Europa se mantuviera a la vanguardia en la investigación y el desarrollo de la IA, al mismo tiempo que ponía énfasis en la importancia de establecer normas claras de seguridad y ética en su uso.
La cumbre también trató la necesidad de una gobernanza global que permita coordinar los esfuerzos de los países para regular la inteligencia artificial de manera que se mitigen sus posibles efectos negativos. La IA, aunque con un enorme potencial, también presenta riesgos que deben ser gestionados de forma responsable. Entre estos riesgos, se mencionaron los posibles impactos medioambientales, dado el elevado consumo de energía que requieren los modelos de IA, así como los desafíos sociales y económicos, como el desempleo tecnológico y la creciente desigualdad global.
Sin embargo, la cumbre no estuvo exenta de tensiones. Las diferencias entre los enfoques de los países más poderosos fueron uno de los temas centrales del evento. Estados Unidos y el Reino Unido se mostraron reacios a firmar la declaración final de la cumbre, que apelaba a un uso ético y responsable de la IA. J.D. Vance, vicepresidente de Estados Unidos, destacó que su país prefería un enfoque más flexible, en el que la regulación de la IA fuera mínima para fomentar la innovación. Desde su perspectiva, las políticas restrictivas en torno a la inteligencia artificial podrían frenar el desarrollo y la competitividad de Estados Unidos frente a rivales como China.
Por su parte, la UE y varios otros países argumentaron que un marco regulador robusto era esencial para evitar los peligros de un uso descontrolado de la IA. Ursula von der Leyen fue tajante al afirmar que Europa no podía permitirse el lujo de desentenderse de los riesgos que la IA implica, y abogó por una colaboración internacional para asegurar que las tecnologías emergentes se desarrollaran de manera justa y sostenible.
Además de las discusiones sobre la regulación, la cumbre también abordó los posibles efectos globales de la IA, particularmente en relación con la desigualdad económica. Diversos delegados advirtieron que el rápido avance de la inteligencia artificial podría profundizar la brecha entre países desarrollados y en vías de desarrollo, lo que generaría nuevas formas de desigualdad. En este contexto, se destacó que la IA no solo debería considerarse una herramienta para el progreso, sino que también podría convertirse en un motor de exclusión social y económica si no se maneja adecuadamente.
El impacto ambiental de la IA también fue otro tema candente durante los debates. Si bien la tecnología promete avances significativos en sectores como la salud, la educación y el transporte, los expertos señalaron que su alto consumo energético podría agravar la crisis climática si no se implementan políticas que fomenten su desarrollo sostenible.
En conclusión, la Cumbre sobre Inteligencia Artificial celebrada en París ha sido un paso importante hacia el establecimiento de un marco internacional para gestionar los riesgos y beneficios de la IA. Aunque las posturas de los países varían, especialmente entre Estados Unidos, Reino Unido y la UE, el evento dejó claro que la inteligencia artificial será una parte integral del futuro de la humanidad. Sin embargo, solo el tiempo dirá si los líderes globales serán capaces de superar sus diferencias y colaborar para garantizar que esta tecnología se utilice de manera ética y beneficiosa para todos.
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